El Real Madrid ha sumado su quinta victoria seguida en la Euroliga tras llevarse un partido espectacular en el Palacio de los Deportes frente al Partizan de Belgrado (105-97). Noche esquizofrénica con final feliz para deleite de la afición blanca, que pasó de ver cómo su equipo encajaba 40 puntos en el primer cuarto a disfrutar del triunfo con relativa comodidad en los minutos finales. Sergio Llull (2o puntos), Walter Tavares (17), Gaby Deck (15) y Mario Hezonja (15) fueron los máximos anotadores locales, mientras que Zach Leday (20) y Dante Exum (17) dirigieron a los serbios.
Antes del partido, la afición blanca ovacionó a Zeljko Obradovic, pero en cuanto el balón empezó a botar el viejo zorro no tuvo piedad en su antigua casa. Ayudó la caraja, la empanada, la siesta, como se quiera llamar a la desidia defensiva que exhibió el Madrid en el primer cuarto y que le condenó a encajar la friolera de ¡40 puntos! en el primer cuarto.
Regodeándose en las facilidades que le daba su rival, el Partizan bailaba feliz desde la larga distancia (8/12 en triples) y hacía sangre a lo bestia. Tan solo el empeño ofensivo de Tavares, con 10 puntos en el parcial inicial, impedía que la hemorragia fuera más severa. Un triple de Andusic sobre la bocina cerraba el cuarto de los horrores del Real Madrid (32-40). Tocaba bronca de las buenas de Chus Mateo.
Y la arenga funcionó. Después de arrastrar los pies durante diez minutos, los jugadores locales volvieron al parqué convencidos de que había brasas bajos sus pies. Ahora si se movían en defensa, y de qué manera, ante un Partizan que veía su manantial taponado de golpe. Con Llull y Hezonja al mando, y buenos minutos del canterano Ndiaye al 4, el Real Madrid firmó un primoroso parcial de 20-2 que le disparó en el marcador (52-42, min.16). Los serbios al fin reaccionaron antes del descanso y el segundo cuarto murió igual que el primero, con triple de Andusic y el reloj ya en rojo (54-51).
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Que el ritmo no pare
La exuberancia ofensiva de la primera mitad difícilmente podía sobrevivir en la segunda. Al fin y al cabo esto es Europa, no el Madison Square Garden. Pero nada, que estaban todos empeñados en anotar cuanto antes. El duelo volvió del descanso convertido en un correcalles apto para pistolas rápidas como Zach Leday o Llull en su versión de toda la vida. Al diablo con la pausa. Obradovic, quién te ha visto y quién te ve.
Una delicia para los espectadores, eso era el partido, pero una tortura para los entrenadores, impotentes para frenar a las estrellas rivales. El Partizan había superado por completo su pájara y acudía gustoso al intercambio de golpes impulsado por su afición, la más numerosa que ha visitado esta temporada el Palacio. Los dos equipos por encima del 50% en triples. Una bendita locura. Con Williams-Goss como protagonista sorpresa, el Real Madrid lo encarrilaba antes del último cuarto con su máxima renta (86-74).
Tres triples seguidos de Hezonja, Musa y Williams-Goss amenazaban con tumbar al Partizan, pero es un equipo tan terco como su entrenador y no dejaba de remar pese a que la distancia ya empezaba a ser peligrosa de verdad (95-80, min.32). Al fin bajaba el ritmo anotador, en algún momento tenía que hacerlo, y logicamente los blancos eran los beneficiados.
Paradoja: gestionar con cabeza los últimos minutos sería suficiente para sentenciar un partido alocado. Y así fue. Dirigido por Musa y Deck, el argentino apareciendo como le gusta, en los instantes decisivos del duelo, el Real Madrid ya no dio opción a otro vuelco en el marcador y no pasó agobios para triunfar en una noche que empezó achicando una inundación y acabó viento en popa a toda vela. La semana que viene, prueba de fuego en Estambul frente al Fenerbahce, líder en solitario de la Euroliga.